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La educación en la ciudad
Paulo Freireeducación
[…] todos hemos vivido la enorme satisfacción de ir construyendo, en un esfuerzo común, una nueva propuesta pedagógica en la Secretaría Municipal de Educación. No importa que, por nuestro compromiso, de vez en cuando hayamos experimentado agonías y sufrimientos.
A las personas les gustan y tienen el derecho de que les gusten cosas diferentes. Me gusta escribir y leer. Escribir y leer forman parte de mi lucha como momentos importantes. Puse este gusto al servicio de cierto diseño de sociedad, para cuya realización vengo participando, con un sinnúmero de compañeros y compañeras, en la medida de mis posibilidades. Lo fundamental en este gusto de que hablo es saber en favor de qué y de quién se ejerce.
Mi gusto de leer y de escribir se dirige a una cierta utopía que envuelve una cierta causa, a una cierta clase de nuestra gente. Es un gusto que tiene que ver con la creación de una sociedad menos perversa, menos discriminatoria, menos racista, menos machista que ésta. Una sociedad más abierta, que sirva a los intereses de las siempre desprotegidas y minimizadas clases populares y no sólo a los intereses de los ricos, de los afortunados, de los llamados "bien nacidos".
Soy leal al sueño. Mi acción ha sido coherente con él. Exigente con la ética, considero que ella tiene que ver con la coherencia con que se vive en el mundo, coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Por eso, no temo la crítica al trabajo que se realizó en la secretaría en estos dos años y medio, en que aquí estuve como secretario. Considero que la crítica, cuando se hace de manera ética y competente, logra que nuestras acciones se profundicen o se reorienten. Aprendemos con ellas.
Pedagogía de la indignación
Paulo Freirebiblioteca clásica de siglo veintiuno
¿Cuál es la indignación de la que habla el título de este libro, el último que escribió Paulo Freire? Tratándose de una obra suya, esa indignación está muy lejos de la rabia que se agota en sí misma. Es, más bien, una indignación política que apuesta a la construcción colectiva y a la esperanza.
¿Cómo enfrentar el reto de educar a los jóvenes para que no se conviertan en pequeños tiranos ni en seres inhibidos? Los padres y los profesores tienen que explorar una delicada tensión: dar libertad y autonomía y a la vez marcar límites, que equivalen a cuidar el entorno común y a respetar las diferencias. Se enseñan contenidos, pero también modos de habitar el mundo, de interpretarlo y de articular proyectos de cambio que se traducen en acción política: el objetivo no es “entrenar” a los jóvenes sino “formarlos” para una vida cada vez más compleja. Con extrema lucidez, Freire habla asimismo de la violencia entre los adolescentes, que debe ser abordada con seriedad, sin estigmatizar a nadie, y de las revoluciones tecnológicas, que dificultan la transmisión generacional de valores y experiencias.
El quehacer del maestro comprometido no es la única preocupación de Freire, que analiza a demás las luchas sociales pacíficas que buscan la transformación sin caer en el voluntarismo, la conciencia ecológica, la alfabetización en la era de la televisión, y la educación de los adultos. El tono y el discurrir de los textos son testimonio de la búsqueda más persistente del autor: un diálogo de igual a igual con los lectores, cifra del verdadero aprendizaje.