Crítica de nuestro tiempo

Samir Amin
sociología y política
$235
En los grandes momentos de su historia, los pueblos formulan proyectos siempre adelantados sobre las exigencias inmediatas de su época. La Revolución francesa ya hace la crítica del capitalismo, cuando en realidad sólo abre la senda de su desarrollo. Las revoluciones rusa y china, más allá de la recuperación del retraso de sus sociedades, se asignan el objetivo de construir una sociedad nueva, sin clases. Los fatales retrocesos subsecuentes, impuestos por las condiciones objetivas del tiempo, no deben hacer olvidar que la humanidad no avanza más que mediante esos grandes momentos. Hace ciento cincuenta años, El Manifiesto comunista vislumbraba la necesidad de rebasar al capitalismo, entonces todavía en plena juventud. Hoy día, la madurez de las contracciones producidas por ese sistema -la enajenación mercantil, la destrucción de la naturaleza, la prodigiosa polarización de la riqueza mundial- pone a la orden del día el deterioro de la ley del valor. Por ello la afirmación del mercado como regulador exclusivo de la gestión social -la utopía vulgar del capitalismo que inspira a nuestro tiempo- no debe tener porvenir. Más allá de las tímidas respuestas posmodernas al desafío, que legitiman la sumisión a las exigencias del momento inmediato, Samir Amin propone aquí una moderna lectura del Manifiesto. De Samir Amin Siglo XXI ha publicado también El eurocentrismo. Crítica de una ideología (1989) y Los desafíos de la mundialización (1997).

El país del otro

Serge Leclaire
psicología y psicoanálisis
$145
El país del otro no es la tierra de nadie, ni de un El, ni de un tú, ni de un yo: se abre en el entre-dos del encuentro y nada puede garantizar sus fronteras, puesto que no tiene. Es un espacio de libre-intercambio de las razones y de las pasiones, un país del más allá en el que florecen los naranjos del deseo y maduran los frutos del amor. Objeto de mil codicias, se desvanece ante la menor tentativa de dominio. Vive porque es tierra de presente y de realidad, a la inversa de un espejismo. Darle lugar y función en el orden sociopolítico de un espacio razonable es la apuesta y el reto que el psicoanalista se ve obligado a sustentar. Para estos fines, considero la estructura del mito como una arquitectura que convendría a las casas freudianas. A través de una serie de fábulas y relatos, se cuestiona y se pone en juicio el arte del psicoanalista; sobre todo se relata su pasión, la de desatar los sutiles lazos que mantienen al sujeto detenido en la conformidad de una sujeción.