Economía
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¿Tiene futuro el capitalismo?
Collins Randallsociología y política
Los próximos decenios depararán sorpresas y retos enormes. El futuro, o los posibles futuros del mundo serán tema de discusión para las nuevas generaciones que tendrán oportunidad de hacer las cosas de manera diferente.
Cinco autores se reunieron para escribir este insólito libro porque algo importante se cierne en el horizonte: una crisis estructural mucho mayor que la reciente Gran Recesión. Immanuel Wallerstein explica las razones para predecir el colapso del sistema capitalista. Los capitalistas del mundo, después de saturar los mercados globales y presionados por los costos sociales y ecológicos de hacer negocios, podrán verse imposibilitados para tomar sus decisiones de inversión como de costumbre. Randall Collins se enfoca en un mecanismo más específico que pone en peligro el futuro del capitalismo: las repercusiones políticas y sociales de que dos tercios de las clases medias educadas, tanto en Occidente como en el mundo entero, padezcan de desempleo estructural porque sus trabajos queden desplazados por la nueva tecnología de la información.
Craig Calhoun afirma lo contrario, que un capitalismo reformado podría salvarse. Calhoun elabora sobre el punto de que el capitalismo no es únicamente una economía de mercado, sino una economía política. Su marco institucional depende de elecciones políticas. Michael Mann está en favor de una solución socialdemócrata para los problemas del capitalismo, aunque también subraya problemas más profundos que surgen de las múltiples causas que originan el poder y que incluyen, además del capitalismo, la política, la geopolítica militar, la ideología y la multiplicidad de regiones mundiales. Georgi Derluguian, por su parte, muestra el lugar real del experimento soviético en el panorama amplio de la geopolítica mundial, que terminó por provocar su autodestrucción. También explica cómo China evitó el colapso del comunismo a la vez que se convirtió en el más reciente milagro del crecimiento capitalista. El comunismo no fue una alternativa viable al capitalismo.
El poscapitalismo no será el preámbulo de un periodo de estancamiento mortal. Tampoco representará el poscapitalismo un paraíso permanente sin sus propias crisis. Después de la crisis ocurrirán muchas cosas. Esperemos que sean en su mayoría buenas. Pronto lo veremos.
El moderno sistema mundial II
Immanuel Wallersteinhistoria
La aparición en inglés del primer volumen de El moderno sistema mundial supuso en 1974 el comienzo de una verdadera revolución en la historiografía y un fuerte impulso al renacimiento de la sociología histórica. Más allá de las discrepancias y las polémicas a las que ha dado y está dando origen, esta obra es ya un clásico. Su argumento central es que el moderno sistema mundial toma la forma de una economía-mundo capitalista, que tuvo su génesis en Europa en el largo siglo XV, e implicó la transformación de un modo de producción tributario o redistributivo específico, el de la Europa feudal, en un sistema social cualitativamente diferente, Desde entonces, la economía-mundo capitalista se ha extendido geográficamente hasta abarcar todo el globo; ha seguido un modelo cíclico de expansión y contracción y una localización geográfica variable de los papeles económicos (el flujo y el reflujo de las hegemonías, los movimientos ascendentes y descendentes de los distintos centros, periferias y semiperiferias), y ha sufrido un proceso de transformación secular, incluyendo el avance tecnológico, la industrialización, la proletarización y el surgimiento de una resistencia política estructurada al propio sistema, transformación que está aún en marcha.
Desde tal perspectiva, el siglo XVII, entendido como el periodo que va desde 1600 a 1750, aproximadamente, es ante todo un ejemplo del modelo cíclico de expansión y contracción. En lo que respecta a la geografía general del sistema mundial, las fronteras creadas hacia 1500 no variaron de forma significativa hasta después de 1750. En cuanto a los procesos seculares de cambio, no se observa ningún salto cualitativo en el periodo 1600-1750: hubo una continuidad esencial entre el largo siglo XV, y el XVII, con la única gran diferencia de una expansión y una contracción, de un desarrollo y un menor desarrollo.
El moderno sistema mundial III
Immanuel Wallersteinhistoria
La aparición en inglés del primer volumen de El moderno sistema mundial supuso en 1974 el comienzo de una verdadera revolución en la historiografía y un fuerte impulso al renacimiento de la sociología histórica. Más allá de las discrepancias y las polémicas a las que ha dado y está dando origen, esta obra es ya un clásico. Su argumento central es que el moderno sistema mundial toma la forma de una economía-mundo capitalista, que tuvo su génesis en Europa en el largo siglo XVI e implicó la transformación de un modo de producción tributario o redistributivo específico, el de la Europa feudal, en un sistema social cualitativamente diferente. Desde entonces, la economía-mundo capitalista se ha extendido geográficamente hasta abarcar todo el globo; ha seguido un modelo cíclico de expansión y contracción y una localización geográfica variable de los papeles económicos (el flujo y el reflujo de las hegemonías, los movimientos ascendentes y descendentes de los distintos centros, periferias y semiperiferias), y ha sufrido un proceso de transformación secular, incluyendo el avance tecnológico, la industrialización, la proletarización y el surgimiento de una resistencia política estructurada al propio sistema, transformación que está aún en marcha. Este tercer volumen de El moderno sistema mundial abarca lo que Wallerstein llama "segunda era de la gran expansión de la economía-mundo capitalista", de 1730 a 1850. En él se estudian la llamada revolución industrial inglesa, la revolución de independencia estadunidense, la revolución francesa y la independencia de los países sujetos hasta entonces a la corona española, en función siempre del desarrollo de la moderna economía burguesa. Estos acontecimientos representan un fortalecimiento y una consolidación del sistema capitalista mundial, en el que se suprimen las fuerzas populares y su potencial queda constreñido a las futuras transformaciones políticas: habrá que esperar al siglo XIX para presenciar cómo esas fuerzas populares constituyen toda una nueva estrategia de lucha.