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Amor y odio

Irenäus Eibl-Eibesfeldt
psicología y psicoanálisis
$375
Muchas veces se ha dicho que el hombre es "el animal más agresivo de la tierra", que el instinto de matar y atormentar a sus semejantes y a otros animales es en él innato y que tiene una disposición filogenética en que la educación nada puede hacer. Los propugnadores de este concepto de la "bestia humana" dicen basarse en los resultados de la etología comparada y del psicoanálisis. Los conocimientos adquiridos en el campo de esa clase de investigación, y que han señalado que la agresión es un factor pulsional innato, son aplicados con miras ideológicas a la justificación de las luchas políticas por el poder y de las estructuras de dominio territorial. El etólogo debe oponerse enérgicamente a ello y rectificar esas interpretaciones falsas de los resultados obtenidos en la investigación etológica y psicológica. En este volumen, Irenäus Eibl-Eibesfeldt señala que el comportamiento animal y humano no está dirigido tan sólo por la pulsión agresiva y que lo motivan diversos sistemas de impulsión, a veces contrarios unos a otros. Hasta ahora se ha hecho poco caso de los mecanismos vinculadores, que son los que naturalmente se oponen a la agresión y los que nos dan motivos para esperar un futuro más pacífico y hasta para creer que la humanidad sobrevivirá. Eibl-Eibesfeldt se declara partidario decidido de la tesis de que nuestro comportamiento altruista también está programado de antemano por adaptación filogenética, y lo prueba con abundancia de material ilustrativo tomado de su propio campo de actividad. Los impulsos agresivos del hombre son, pues, contrarrestados por tendencias no menos fuertes a la sociabilidad y la ayuda a sus semejantes. El "bien" no es así producto exclusivamente de la educación. El autor explica también por qué hasta ahora esas tendencias positivas no bastaron para dominar nuestras agresiones en todas las situaciones. Se pregunta qué medios nos permitirían vincularnos a nuestros semejantes por encima de la barrera de la agresión, qué papel desempeña aquí el instinto sexual y dónde están las raíces filogenéticas de la sociabilidad.