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Chernóbil
Iliana Olmedociencia que ladra...
El suicidio de su hermana Paula obliga a la fotógrafa de pájaros Daniela Arenas a regresar a la casa de su infancia. Mientras espera a que llegue el cuerpo, escarba en los muchos diarios que ha escrito a lo largo de su vida. Vuelve a 1986, año en que, a miles de kilómetros de distancia, explotó el cuarto reactor de la central eléctrica de Chernóbil. Entonces empieza a recordar otras explosiones que sucedieron en su casa. Esta novela es un recorrido por los intrincados senderos de la memoria y el pasado, por las narrativas que construimos sobre ellos para sobrevivir y, en último término, para perdonar. Es el recuento de la historia de una generación, la de los niños que crecieron oyendo noticias del desastre que ocurría en Chernóbil y vieron morir los sueños que sus padres habían cimentado en la energía nuclear. Es también, por tanto, la historia de un fracaso: el de ellos mismos y su incapacidad para crecer, así como constatación de la forma como se malograron sus ideales y esperanzas.
Chernóbil es una educación sentimental, una novela sobre el fin de la era soviética, sobre la destrucción gradual y sostenida de México, y sobre la manera de encontrar nuestro lugar en el mundo.
Robinson Crusoe ya tiene celular
Rosalía Winocurdiseño y comunicación
Robinson Crusoe ya tiene celular es una metáfora clave para explicar las nuevas formas de estar solo y acompañado en el mundo contemporáneo. Los que están solos ya no son los que están aislados sino los que están desconectados. Las redes sociales en línea nos vuelven absolutamente visibles y multiplican nuestro capital social, el celular nos permite extender virtualmente los lazos protectores del hogar, y desde que estamos conectados nos sentimos menos angustiados y más seguros. Estar comunicados a todas horas y en todos los lugares se ha vuelto un acto perentorio e indispensable.
Rosalía Winocur aborda la relación con Internet y el móvil más en su carácter existencial que comunicativo, como un escenario vital constitutivo de nuestras formas de sociabilidad y entretenimiento, como un espacio real e ilusorio para controlar la incertidumbre y como un recurso para sostener, acercar y reinventar la presencia de los nuestros y de los otros. Y desde esa perspectiva, Winocur sostiene que lo que explica la relevancia de su presencia en nuestras vidas y en la sociedad, es la refuncionalización simbólica que sufren en el uso cotidiano, cuando son usadas como artefactos rituales para neutralizar la dispersión familiar, evitar la fragmentación biográfica, garantizar la inclusión y exorcizar los fantasmas de la otredad.
Eros
Rosaura Martínez Ruizpsicología y psicoanálisis
En Más allá́ del principio del placer, Freud promete introducir en la economía psíquica una tendencia no sujeta al principio del placer, sin embargo, queda incumplida: este principio es soberano. No obstante, siguiendo a Derrida, cuando el principio del placer toma el rostro de la pulsión de muerte, agresión o crueldad, se pueden encontrar y diseñar rodeos que si bien no superan el límite, lo fisuran. Sobre esas grietas de la soberanía del principio del placer, ya sean en el ámbito de lo político o de lo íntimo, trata este libro y son, diría yo, las grietas eróticas. Sin embargo, las fuerzas tanáticas sólo se pueden resistir resistiendo, esto es, dentro de una ontología del gerundio en la que la acción erótica —trabajando en la construcción de vías sublimatorias para la pulsión de muerte y que aquí propongo como acción política— es una tarea interminable. Podemos decir que esta tarea es imposible, pero la dificultad no deja de forjarla como algo que es imperativo hacer, esto es, una tarea imposible sigue siendo un quehacer, que nunca se completa, pero que su tiempo es el del gerundio y no el de la parálisis. La pulsión de muerte es insuperable; sin embargo, vía la acción política podemos retardarla, dejarla para más tarde, siempre y radicalmente para más tarde. Con todo, el esfuerzo de resistencia debe ser ininterrumpido, el batallón erótico no puede tomar respiros, su duelo no es a muerte, pero sí hasta la muerte...
La mano siniestra de José Clemente Orozco
Ernesto Lumbrerasartes
Los ensayos aquí compilados nos acercan, con la curiosidad de la fábula y el rigor del dato, a desentrañar la pasión artística de José Clemente Orozco (1883-1949) por dibujar y pintar manos a lo largo de su trayectoria. Y en contrapunto a esas recreaciones visuales del genial muralista, manco de su mano izquierda a los veinte años, este libro —de miscelánea confección y partidario de la lúdica seducción— convoca en su índice a una galería de
celebradores de la mano humana, portento y milagro de la anatomía, fuente del lenguaje y del pensamiento según los estudios de los más exigentes lingüistas.
Por las páginas de La mano siniestra de José Clemente Orozco desfilarán neurólogos, filósofos, piratas, novelistas, escultores, pianistas, magos, políticos, mimos, poetas, directores de cine, músicos, pintores y bailarines que han contemplado las proezas de tales miembros, intentando desentrañar símbolos y enigmas. En su tratado De las partes de los animales, Aristóteles enumera la versatilidad de la mano para enfrentar diversas situaciones:
“Porque la mano se convierte en garra, zarpa, cuerno, o lanza o espada o cualquier otra arma o herramienta. Puede ser todo esto, porque es capaz de asir y sostener todo”. Pero también, en los antípodas del arte de la sobrevivencia y de la guerra, Victor Hugo pondera la epifanía sensual de ese par de curiosas y tiernas extremidades humanas: “Dios hizo para el amor, la caricia y, para la caricia, la mano”.