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El modelo político francés

Pierre Rosanvallon
historia y cultura
$305
La Revolución Francesa instala en el imaginario político occidental una de las concepciones más formidables y extendidas de la democracia moderna. Dos ideas complementarias la organizan. Por un lado, la construcción de una colectividad política sobre la base de una “voluntad general” única e indivisible. Por otro, su contrapartida: el ciudadano moderno, cuya naturaleza individual sólo puede ser concebida en comunión con esa totalidad que se proclama homogénea. La Revolución Francesa convirtió esta convicción en norma, al prohibir la existencia de cualquier tipo de cuerpo intermedio entre los ciudadanos y la Asamblea, lugar de la encarnación de la voluntad general. En su estudio del modelo político francés, Pierre Rosanvallon asocia esta imagen de la democracia, fuertemente enraizada en Rousseau, con el “modelo jacobino”. Así, recorre más de dos siglos de historia francesa, y sigue los cambios sociales y normativos más amplios y profundos a la luz de la pregunta que obsesionó a sus actores: cómo hacer compatible esa mirada tan radical de la democracia con una sociedad en la que no sólo quedan rastros de antiguas formas corporativas de organización de lo social, sino que permanentemente crea otras formas corporativas nuevas. Este es el nudo de un texto que, sobre la base del análisis del caso francés, se embarca en una profunda reflexión sobre algunos de los problemas centrales de la democracia moderna en Occidente. El modelo político francés es un libro clave en la vasta obra de Rosanvallon, ya que condensa una larga serie de investigaciones tratadas extensa pero fragmentariamente en sus libros anteriores. Justamente por eso, ofrece una visión sintética y de conjunto de un problema crucial de la democracia moderna: la relación entre la política y la sociedad, a partir de las visiones y convicciones que inaugura la Revolución Francesa. Luciano de Privitellio

Esclavitud y libertad en los Estados Unidos

Edmund S. Morgan
historia y cultura
$475
En este libro fundamental y polémico, el historiador norteamericano Edmund Morgan se propone dilucidar una de las cuestiones centrales de la cultura política de los Estados Unidos: la relación entre la esclavitud, la libertad y el racismo. Pone así en evidencia los límites de la libertad en un país que nació a la vida independiente negándole ese derecho a gran parte de su población. El autor encuentra la génesis del problema en el pasado colonial de Virginia, la más antigua y rica colonia inglesa en América, donde el cultivo del tabaco en grandes plantaciones sometió a trabajadores serviles blancos y esclavos africanos al mismo régimen opresivo. La primera reacción colectiva contra este régimen provino de los blancos pobres quienes encabezaron en 1676 una violenta rebelión. Posteriormente, la ampliación del número de esclavos permitió reemplazar a los trabajadores serviles blancos en las plantaciones. Entonces, el racismo –basado en la arrogancia y la autoimpuesta superioridad racial de los ingleses– emergió como la ideología política unificadora de las elites y los blancos pobres para garantizar la paz social. A la esclavitud africana se opuso desde comienzos del siglo XVIII la libertad de los blancos, miembros exclusivos y solidarios de una república racialmente homogénea. Para Morgan esta solución política inaugurada por la elite de Virginia madurará en el siglo XIX en el racismo popular que subsistirá en los Estados Unidos hasta mediados del siglo XX. Gustavo L. Paz