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Historia breve de la Revolución Mexicana

Felipe Ávila
historia
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El Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) encargó a los historiadores Pedro Salmerón y Felipe Ávila hacer una síntesis de la Revolución Mexicana para difundir la perspectiva de nuestro tiempo sobre la etapa fundacional del México del siglo XX. Siendo Salmerón especialista del villismo y el carrancismo, y Ávila del zapatismo y la Soberana Convención Revolucionaria, ambos suman el conocimiento de todo el proceso revolucionario. Los investigadores estudian las causas políticas, económicas y sociales que provocaron el estallido revolucionario, debido a la concentración del poder y de la riqueza de la dictadura porfirista. Dan cuenta de los despojos y agravios que había sufrido la población rural en las diversas regiones del país, que la llevó a incorporarse a la revolución maderista. La obra de Salmerón y Ávila es una respuesta a aquellas propuestas historiográficas revisionistas que descalifican al proceso histórico que conocemos como Revolución Mexicana. Este proceso tuvo varias etapas y distintas revoluciones que convergieron en contra de la dictadura y de la contrarrevolución. Los autores estudian las diferentes corrientes revolucionarias que se enfrentaron entre sí tras el derrocamiento del gobierno contrarrevolucionario usurpador: la constitucionalista, la convencionista, villista y zapatista, y sus proyectos contrapuestos. Finalmente, los historiadores analizan los efectos que tuvo la Revolución para México. Destacan la experiencia de las clases populares como agentes transformadores de los grandes cambios; la creación de un nuevo Estado, producto de un nuevo pacto social, y la reforma agraria, caracterizada por la pérdida del poder de los terratenientes, que dio origen a una nueva conformación del campo mexicano, donde ejidatarios y comuneros tuvieron un papel esencial. Concluyen destacando la importancia de la Revolución, cuyos principios fueron ejemplo de los movimientos populares del siglo XX y lo que va del siglo XXI.

Los orígenes del zapatismo

Felipe Ávila
historia
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El zapatismo ha sido uno de los movimientos sociales más importantes en la historia de México. Su líder, Emiliano Zapata, uno de los personajes centrales de la Revolución mexicana, es asimismo uno de los mexicanos más reconocidos a nivel internacional, símbolo del agrarismo, de la lucha por la tierra, la libertad y la justicia. El zapatismo fue el movimiento más radical de la Revolución. Fue decisivo para que ésta no fuera un simple cambio de gobierno, sino para que fuera una verdadera transformación, un cambio en las estructuras económicas, políticas, sociales y culturales del país. Llevó a cabo la más amplia y profunda reforma agraria en la historia nacional, en la que los pueblos y comunidades recuperaron sus tierras y las defendieron con las armas en la mano. Hizo también algunas de las propuestas políticas más radicales: el parlamentarismo, el referéndum, la revocación de mandato, una estricta moralidad de los funcionarios públicos, la primacía de la sociedad civil sobre el gobierno, la supresión del ejército permanente y su sustitución por el pueblo en armas, así como un gobierno al servicio de la gente, que mandara obedeciendo. La radicalidad y la persistencia del zapatismo se explican, en buena medida, porque Zapata encarnaba una lucha y una resistencia centenarias de los pueblos de Morelos por defender sus tierras y exigir justicia. La historia de Zapata es la historia de su pueblo, Anenecuilco, y es también la historia de los pueblos originarios y mestizos del centro-sur del país por sobrevivir y vivir con libertad.

Álvaro Obregón

Felipe Ávila
vidas para leerlas
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La luz y la sombra se suceden en la corta vida de Álvaro Obregón, nacido en la hacienda de Siquisiva en 1880 y ultimado a traición en la Ciudad de México en 1928. Su trayectoria ejemplifica el ascenso a los primeros planos de los sectores populares de la periferia del país y la llegada del ejército y la política. De ser un modesto empresario agrícola en su natal Sonora, llegó a la más alta responsabilidad pública cuando ejerció la presidencia entre 1920 y 1924, cargo desde el que impulsó las instituciones que dieron forma al nuevo Estado nacional y al que, ignorando el postulado central de la revuelta popular, quiso regresar poco después. Militar frío y calculador, cruel en la victoria, planeaba con detalle cada enfrentamiento, estudiando el terreno, los puntos fuertes y débiles de sus tropas y de su adversario, todo lo cual no lo hizo inmune a la metralla, que en 1915 le cercenó el brazo derecho. Felipe Ávila, investigador puntilloso que ha dedicado una enorme cantidad de horas y tinta a estudiar diferentes facetas del movimiento revolucionario mexicano —desde la vida cotidiana y campesina en esos años, hasta las distintas corrientes revolucionarias—, entrega a los lectores un relato riguroso y ameno narrado desde la perspectiva de uno de sus principales protagonistas: El Estado mexicano posrevolucionario [...] debe más a Obregón que a Carranza, a Villa o Zapata. No se puede entender cabalmente la génesis y la forma del Estado mexicano del siglo XX —el más longevo de ese siglo en el ámbito internacional— sin contemplar el importante papel que tuvo Obregón en su construcción. Personaje literario en el mundo real —no por nada inspiró la novela cumbre de Martín Luis Guzmán—, Obregón encarnó el deseo de cambio, el arrojo de quien resuelve convertirse en soldado, la astucia del nuevo régimen, la capacidad para negociar —y para imponer, de ser necesario—, la mano dura y la mirada de largo plazo: luces y sombras del caudillo.