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La modernización de la agricultura mexicana, 1940-1970

Cynthia Hewitt de Alcántara
economía y demografía
$220
El cuadro que se desprende de esta mirada retrospectiva a la modernización del agro en México después de la guerra es de desperdicio: desperdicio de los recursos naturales, en especial de las reservas hídricas del subsuelo, por agricultores imbuidos de una "mentalidad minera"; desperdicio de insumos agrícolas manufacturados (y de las divisas extranjeras necesarias para adquirir muchos de sus componentes) en el proceso de modernizar la agricultura en los distritos de riego, sin el tipo de planeación requerida para utilizar con eficiencia esos insumos; desperdicio de las utilidades generadas por el rápido cambio tecnológico, que fueron a parar a consumo ostentoso e inversiones especulativas en lugar de aplicarse a la creación de nuevas fuentes de empresas productivas; y, por encima de todo, desperdicio de la experiencia acumulada por los trabajadores sin tierra cuya presencia en los campos mecanizados era menos importante cada año que pasaba, por los ejidatarios y colonos cuyo control sobre su propia tierra se les escapó de las manos en el curso de la tecnificación agrícola, y por la mayoría de los agricultores de temporal del campo, que fueron abandonados durante tres décadas para que sobrevivieran como pudieran. Esta estrategia sirvió sin duda, a plazo breve, para la finalidad inmediata que se proponía: la producción y productividad de granos y fibras aumentaba gracias a "la revolución verde" lo suficiente para alimentar, por un tiempo, a la creciente población urbana de una nación en proceso de industrialización; y grandes cantidades de productos agrícolas se pusieron de este modo directamente a disposición de la industria, así como de la exportación. Sin embargo, dado el tipo de crecimiento industrial con el que estaba asociada, la modernización agrícola del México de la posguerra resultó extraordinariamente costosa.