Silva Fendrik
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El libro negro de la psicopatología contemporánea
Alfredo Jerusalinskypsicología y psicoanálisis
Muy pronto cada uno de nosotros estará ubicado en alguna categoría diagnóstica.
Tendremos una sigla que nos ubicará en algún lugar de los así llamados “trastornos mentales”. Si usted no se encuentra en el DSM-IV no se preocupe, cuando aparezca -próximamente- el anunciado DSM-V ya hallará su sitio. Y, por lo tanto, estará destinado a consumir alguno de los productos que la poderosa industria farmacéutica sigue generando y que cada día se venden más. Cada actividad humana, cada conducta, cada acción o intención entrará en un catálogo que la describa para adjudicarle el medicamento que le corresponde.
Autores de distintas disciplinas y psicoanalistas de diversas corrientes y escuelas han sido convocados en este libro por dos psicoanalistas de reconocida trayectoria con el mismo objetivo: destacar el peligro que para el individuo y la sociedad entraña el acatamiento a esta “biblia” de la psicopatología contemporánea y mostrar que lo que pretende ser una rigurosa sistematización científica no puede desligarse de los factores políticos y económicos que intervienen en su construcción: negar o eliminar la singularidad personal en aras de una estadística con etiquetas simplificadoras más propias de un manual de autoayuda que de un trabajo científico riguroso, ante el regocijo de las arcas de la industria farmacéutica.
Ante la cada vez más masiva, abusiva e indiscriminada utilización del DSM por parte de psiquiatras, juzgados, gabinetes escolares, en el futuro la norma será padecer alguna forma de trastorno mental que encontrará un medicamento cada vez más adecuado. ¿Quién no conoce hoy a un ADD, a un TGD, a un TOC? ¿Quién está exento de padecer un trastorno alimentario, del sueño, una adicción, un trastorno de la conducta sexual? La ligereza e imprecisión con que las personas son catalogadas como “trastornadas” es directamente proporcional a la velocidad con que la psicofarmacología y la psiquiatría contemporánea han expandido su mercado. No deja de ser sorprendente que lo que ha sido presentado como avance en la capacidad de curar haya conducido a ampliar a la manera de una proyección geométrica la cantidad de “conductas desviadas”.
Sólo queda esperar que a la fuerza de inercia de la destrucción del sujeto que se practica en la vida contemporánea se oponga la resistencia de quienes —aquellos a los que este libro está dirigido— aún se permiten ofrecer espacios para alojar y reafirmar la tan maltratada y desprestigiada subjetividad.