Luce López-Baralt
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Carta de batalla por las letras hispánicas de Juan Ruiz a Luis Rafael Sánchez
Luce López-Baraltlingüística y teoría literaria
En esta silva de varia lección la autora reúne los ensayos más representativos de su larga trayectoria como estudiosa de las letras hispánicas de ambos hemisferios. Armoniza su rebusca erudita de claves literarias cuidadosamente camufladas con la intuición propia de una auténtica enamorada de su materia de estudio. De su mano sabremos cuál era el signo astrológico del travieso Arcipreste de Hita y descifraremos la misteriosa “fragancia del Yemen” que ha hecho críptica la simbología mística de santa Teresa y san Juan de la Cruz y peligroso el anónimo soneto “No me mueve, mi Dios, para quererte”. Nos adentraremos con ella en las aljamas judías para conocer de cerca la literatura nostálgica de Sefarad, y bucearemos las buhardillas secretas de los últimos musulmanes de España hasta acceder a la literatura que escribieron con angustioso apremio en un castellano transliterado con caracteres árabes. Nos sorprenderán enigmas guardados por siglos, como el apellido Saavedra/Shaibedraa‘ que Cervantes se adjuntó en Argel a manera de pseudónimo identitario secreto. Nos harán sonreír, por más, los “olvidos” literarios del siempre espontáneo Lope de Vega, que tenía tejado de vidrio cuando se burlaba de los “descuidos” literarios de su enemigo Cervantes. Pedro Salinas, por su parte, se nos revelará como un enamorado empeñado en conocer su propia identidad a través del prodigio del amor, y José Hierro como un metafísico que anhela alcanzar el lenguaje del Paraíso. Caminaremos con la autora hasta la plaza de Xemaa’ al-Fná en busca de “Sidi Juan Goytisolo” y penetraremos la tupida selva borgeana para descifrar los símbolos místicos del Aleph y el Zahir que tan esmeradamente encriptó el maestro argentino. Miraremos las estrellas junto al contemplativo Ernesto Cardenal, y nos asombrará saber que el narrador “realista” Mario Vargas Llosa es un enamorado de la magia literaria y de la poesía. Recalaremos, por último, en la orilla puertorriqueña de la hispanista, para compartir con ella la explosiva risa caribeña de Luis Rafael Sánchez.