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El laberinto de las estructuras

Helí Morales Ascencio
psicología y psicoanálisis
$340
Hubo un tiempo y un espacio donde el término de estructura hizo correr mucha tinta. Desde diferentes trincheras teóricas, el saber, la crítica y el pensamiento se ocupaban de las vinculaciones estructurales. Pero, no se trataba de una moda sino de un modo. La estructura es el espacio donde se vinculan elementos de conjuntos covariantes. Se trata de sociedades, grupos, sujetos o textos, analizar las relaciones que los constituyen es una posición frente al saber y sus construcciones. Dos pilares fundamentan este análisis: las articulaciones y el inconsciente. Desde la antropología, las estructuras se escriben para rearmar las alianzas del parentesco, desde la historia el cambio no se concibe como efecto de hombres voluntariosos o inventos geniales sino como transformaciones estructurales, en lingüística el análisis versa sobre las armazones diferenciales que sostienen las lenguas y sus poemas y, en psicoanálisis el inconsciente, dicho de manera radical, está estructurado como un lenguaje. En psicoanálisis la estructura no sólo remite a la espesura del lenguaje desde las cadenas significantes, sino que permite problematizar los discursos y los artefactos topológicos. No sólo la clínica se ve atravesada por las estructuras y sus caminos, la epistemología y sus escrituras es alcanzada por los vientos de este análisis. Andar por el sendero de las estructuras lleva a las entrañas de un laberinto, el cual ha sido pensado y experimentado desde diferentes pasiones. Teseo y su Minotauro cantan en los mitos y sus verdades, los cálculos matemáticos de Escher permiten al agua subir mientras los hombres bajan, perderse en un jardín con mil caminos sin morirse en el intento es el argumento de muchos cuentos hermosos y, en fin, el problema del infinito y sus vericuetos alcanza tanto a la soledad como a las letras. El laberinto de las estructuras es el nombre de este libro surgido de un coloquio que reúne en sus voces la intranquilidad que estos temas provocan. El laberinto y la estructura son las dos caras de una banda de Moebius, recorrerlas con el hilo de Ariadna del pensamiento y la perplejidad del saber es la apuesta de estos textos.

Escritura y psicoanálisis

Helí Morales Ascencio
psicología y psicoanálisis
$375
En los albores de los tiempos, la escritura representó el modo en que la mano marcó, en la superficie de la cueva, en el tronco del silencio, el devenir de lo humano. Escribir para contar, contar lo que acontece y persiste; contar como especie que cuenta. En el origen, la escritura como trazo. Las culturas son remolinos de creación y producción. El mundo se llena de signos construidos por hombres y mujeres en diferentes lugares y tiempos. La cultura es la geografía de la obra humana. Para que esta obra perdure debe hacerse escritura. La palabra que canta, al hacerse escritura, se convierte en materialidad que narra un tiempo que dura. La escritura permite a la cultura transmutar el tiempo en historia. La escritura es transmisión histórica. Escribir es atentar contra el lenguaje desde las entrañas mismas de una lengua. El poeta quiere usar a las palabras para decir y son ellas quienes lo escriben. Las palabras, en su caudal, sorprenden a quien escribe, pero también al lenguaje. La escritura poética surge en el instante en que, en la espesura muda del lenguaje, una palabra escribe un tiempo nuevo en la sorpresa de una musicalidad desconocida hasta entonces. La escritura es la poesía que crea visiones musicales. El sujeto se constituye desde lo simbólico. Para el psicoanálisis, un sujeto es efecto del lenguaje, más específicamente es lo que es representado por un significante para otro significante. Pero no sólo eso, el sujeto es efecto de la materialidad del significante hecho trazo. El sujeto tiene que ver con lo simbólico pero también con lo real. La escritura es el espacio donde se gesta la inscripción del sujeto. La escritura en psicoanálisis no es sólo lenguaje, es litoral que bordea lo simbólico y se moja con lo real. La escritura es la materialidad del decir, es el espacio donde se asienta el lenguaje en su transcurrir. Es la sede del significante. Pero no nada más. Trazo, transmisión, historia e inscripción son algunas de las funciones de la escritura en el campo del sujeto y la cultura. El psicoanálisis frente a este espacio presenta sus cartas y sus preguntas. No nada más lo hace él; la poesía, la historia, la música, las matemáticas también se cuestionan sobre la escritura. De allí, de ese caleidoscopio de preguntas y respuestas sobre la escritura, es que nace este coloquio y surge este libro.